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ste ha sido año de “Juegos Ecuestres”, el
acontecimiento hípico más importante de los
que se celebran en el mundo, con una periodicidad de
cuatro años, nunca coincidente con los Juegos Olím-
picos. La sede elegida fue Tryon, en el estado nortea-
mericano de Carolina del Norte. Unos WEG marcados
por los efectos, y principalmente temores, que produ-
jo el huracán Florence. No sabemos cuántos de los
problemas que sufrieron los participantes estuvieron
motivados por este fenómeno meteorológico y cuán-
tos debidos a la mala organización, pero el balance no
ha sido tan positivo como en otras ocasiones.
A una ceremonia de inauguración “justita”, le seguía
una desastrosa gestión de la competición de Raid.
Tras un error de muchos participantes en el recorrido,
se decidió acortar el trazado, dejándolo en 120 kilóme-
tros (en lugar de los 160 previstos por el reglamento),
y, al final, cuando España iba en cabeza con práctica-
mente tres medallas aseguradas, los jueces decidie-
ron anular la prueba. Desconcierto, descontento, y un
gran perjuicio para la imagen de la disciplina, de los
Juegos, y algo muy importante, puesta en peligro de
futuros patrocinios.
Las opciones para los caballos Anglo-árabes, anula-
da esta competición de resistencia, quedaban reduci-
WORLD EQUESTRIAN GAME
El Anglo-árabe norteamericano “Vermiculus 50%”,
montado por Lauren Kieffer.