D E L A Z U L A L AMA R I L L O
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después, pero sí estoy seguro de que en mu-
chos trances de la noche conseguí, perdonen
la falta de modestia, que ella me mirara con
cierta admiración y cariño.
Me despedí de María con un beso y la pro-
mesa de que le enviaría una postal que escri-
biría en la terraza del café Fouquet’s de Pa-
rís, y también le aseguré que nunca más vol-
vería a Cuba, a no ser que, lo que algunos
llaman la mafia del juego, vuelva a convertir
aquella isla en el paraíso que fue en los años
cincuenta.
Sin embargo, las últimas frases que nos cru-
zamos no fueron esas. Antes de darme la vuel-
ta y salir del hotel, dirección al aeropuerto,
le dije:
- La suerte que tiene este país es el ron de
caña. Aquí es barato, bueno, no deja resaca y
ayuda a olvidar la realidad que se está vivien-
do.
- No, la suerte de Cuba no es el ron, es el
agua. La del mar, que te ayuda a soñar, y pro-
porciona pesca y turistas, pero sobre todo la
de la lluvia que hace que aquí no haya sed,
esté todo relativamente limpio, y los campos
se mantengan fértiles. Ese es el secreto de
que en el Caribe pueda vivir feliz a pesar
de... que te vayas.
Y con el sonido de su risa abiertamente im-
postada que acompañó estas últimas palabras
suyas, abandoné Cuba para siempre.
Escuché hace poco a Pérez Reverte decir:
“que una mujer de ésas -elegante y con casta-
te mire con admiración es el único premio al
que un hombre puede aspirar. Es el mayor ga-
lardón”.
Pero he oído hace menos, durante el trans-
curso de un Raid, a un jeque árabe exclamar
delante de un arroyo: “cambiaría la mitad del
petróleo que poseemos por el agua que aquí
dejáis escapar libremente al mar”.
Ambas frases me llevaron a María, pero es
la segunda la que me hace reivindicar una vez
más a España. Este gran país lleno de posibili-
dades pero que algunos se empeñan en que
permanezcan sin explotar, aunque la crisis nos
azote con la violencia que lo está haciendo.
¿Cuánto tiempo llevamos sin construir un
nuevo embalse? ¿Qué ha sido del Plan Hidro-
gráfico que iba a solucionar los problemas de
sequía de buena parte de España?
Un aeropuerto inútil se construye en menos
de cuatro años, ocho a lo sumo. Período que
duran un par de legislaturas. Cualquier plan
que vaya más allá en el tiempo es impensa-
ble. Probablemente porque el político que lo
inicie y pelee, hasta sacrificar seguramente
parte de su electorado en el empeño, ya no
estará en su puesto en el momento de cortar
la cinta.
Ya sé que he hablado de ello en otras oca-
siones, pero no entiendo una mejor forma de
aprovechar este espacio que me cede AECCAá
en esta revista que reivindicar una vez más la
necesidad de nuevos planes que consigan con-
solidar a España como el destino ideal, si no
idílico, de los habitantes del resto del mundo.
¿Se han dado cuenta de que pasan gober-
nantes de distinto signo y que prácticamente
ninguno propone una idea verdaderamente
revolucionaria o ilusionante? Por favor. Necesi-
tamos urgentemente personas con conoci-
mientos económicos y financieros, claro, ésos
ya los tenemos, pero también con suficiente
imaginación, que devuelvan a España la fe en
el futuro.
Mi amigo Felipe, el marido de Rocío Martín,
me dijo hace poco en el transcurso de una co-
mida en Zaragoza: “estoy decepcionado con lo
que proponen todos los gobiernos en este
país. Nada original. Únicamente recortar. Pro-
fundamente decepcionado. Ya solo creo en el
Papa Francisco”.
Así se siente también estos días Paco Ortíz,
que inició el primero de mayo una travesía a
caballo que tenía por misión unir los parques
naturales de Doñana y La Camarga. Muchos de
los caminos que tenía marcados en su ruta se
habían borrado, algunos por cultivos desboca-
dos y otros convertidos en autopistas.
Paco Ortiz no tiró la toalla, pero la llenó de
sudor y lágrimas para alcanzar su objetivo.
Paco no entiende, y se ha propuesto una per-
sonal cruzada para cambiarlo, que España no
pueda cruzarse a caballo sin riesgo cierto de
ser embestido, por ejemplo, por un tráiler de
treinta y cinco toneladas y veinte ruedas.
Escribo estas líneas la noche del 16 de agos-
to, y mientras lo hago se acaban de precipitar
más de cincuenta litros por metro cuadrado y
veo cómo se dirigen hacia el mar sin que na-
die se acuerde de que hace tan solo tres años
se iniciaron expropiaciones para el trasvase de
agua a Barcelona, que paliara la severa sequía
que llevó a restringir el uso de agua domésti-
ca. Un par de buenos años, los embalses al
noventa por cien y nadie parece recordar, y
menos prever, que puedan volver estos pro-
blemas.
Por tu desencanto, Felipe, por tu empeño,
Paco, por ti, José, mi hermano, que plantas
tantos árboles como semillas caen en tus ma-
nos, por vosotros que tenéis caballos en los
prados y miráis constantemente al cielo como
único fiel aliado, siento que vale más que
nunca la pena llenar con estas palabras este
espacio. Por ti, María, que me hiciste sentir
tan distinto aquellas horas a tu lado.