AMARILLO
- Pues porque el maleducado soy yo, tú en cambio
eres una encantadora profesora de inglés.
- ¿Qué has querido decir con lo del dichoso barco?
Había ruido de gente, y sonaba música reguetón, o
sea peor ruido, y no sé si escuchaba bien lo que le de-
cía, pero como tengo la vista entrenada por mi vani-
dad en reconocer cuando alguien más me está oyen-
do, y había dos personas al tanto, lancé una reflexión
un tanto etilizada.
La vida a veces se torna como cuando viajas en un
barco, y crees que no hay más remedio que seguir.
Siempre lo hay. Y para ello existen lanchas o botes
salvavidas, depende de qué época sea la película que
hayas visto. Pero claro, es más fácil permanecer en
cubierta tomando el sol en una hamaca de rayas verti-
cales, con un jersey de rayas horizontales, mirando
en el cielo cómo se cruzan un par de aviones. Es una
cuestión de osadía o incluso un poco menos, simple-
mente a veces basta con cambiar el paso y ya te en-
cuentras en otro lugar distinto sin moverte del sitio.
Nos hacemos nuestro pequeño mundo y en él sufri-
mos sin límite y también gozamos, con límite, pero la
exploración, que tanto admiramos y creemos está al
alcance de unos pocos, es algo que se nos ofrece
con el mero hecho de respirar. Si excluimos casos ex-
tremos, claro, cada uno tiene un mundo tan grande
como se propone, que ni siquiera es de las dimensio-
nes que uno merece, porque no siempre el anhelo de
búsqueda es inherente a la inteligencia. La mayoría
de problemas que tenemos, y no creo exagerar, se
solucionan o reducen saliendo del círculo que nos he-
mos marcado, pero, a veces, nos sucede como a
aquel elefante del circo al que ataron de bebé a un
pequeño mástil, y ya no intenta de adulto tumbar su
atadura, ¡con lo fácil que le resultaría!
Ella, la rubia, se hubiera largado, pero al ver que
otros escuchaban, sintió el dudoso privilegio de se-
guir en la “fila cero” , y aún me dijo:
- No entiendo lo que quieres decir, pero creo que tú
tampoco demasiado -por primera vez reía, buscando
complicidad en el resto. ¿Pensaba acaso que, a estas
alturas, aún me importaría que me tratara de borra-
chín?
- Puede que tú no -respondí-, pero seguramente
muchos de tus alumnos están buscando en estas cla-
ses de inglés una ventana por la que escapar de “Su
Mundo”.
Perdía el tiempo, estaba claro, no me entendía, te-
nía novio, era más alta que yo, y principalmente aquel
puñetero reguetón me estaba matando. Debo apren-
der a ligar sin Sinatra de fondo, o retirarme.
Volviendo a la hípica, y sobre todo a la cría de caba-
llos Anglo-árabes, que es de lo que aquí se trata, aun-
que a veces me distraiga con una profesora de inglés,
y ustedes perdonarán, en esta revista existen datos,
explicaciones y pautas que nos pueden hacer refle-
xionar sobre si los caballos que criamos son los ade-
cuados, o si lo hacemos porque no hay más reme-
dio... por inercia... cambiar siempre es posible, nunca
es tarde. Tenemos referencia de otros que lo han con-
seguido, y aunque inventaran los japoneses lo de no
inventar, hoy es lo recomendable. Imitar a quienes
han conseguido ya lo que nosotros nos proponemos.
Aunque, como dicen los futbolistas, qué duda cabe
que será un partido difícil.
Santiago Forn
Director de El Caballo Anglo-árabe
www.angloarabe.net<<<
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En esta revista
existen datos y pautas
que nos pueden hacer
reflexionar sobre si los
caballos que criamos son
los adecuados, o si
lo hacemos porque
no hay más
remedio...”