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Para quienes no conozcan aún este Parque y deci-

dan visitar Sevilla con motivo de la Final de las Prue-

bas de Selección de Caballos Jóvenes de Concurso

Completo de Equitación del MAPAMA, será bueno

que saboreen este privilegio con plenitud, y conozcan

algo de las características e historia del espacio al

que hacemos referencia.

SU HISTORIA

“La Heredad del Alamillo” aparece en una extensa

relación de planos de diversas fechas. El más antiguo

de los cuales se encuentra entre los Planos del Archi-

vo de la Catedral de Sevilla, fechado en 1757.

El Parque debe su nombre, desde hace 5 siglos, a

la alameda que, situada en la ribera derecha del río

Guadalquivir, sirvió de defensa ante las continuas ave-

nidas y desbordamientos del río. El espacio donde

actualmente se localizan el Parque y el Cortijo está

ubicado entre los términos municipales de Sevilla y

Santiponce, y es un sitio singular en la historia de la

ciudad, por encontrarse rodeado de lugares claves

por su tradición e historia, como los monasterios de

La Cartuja, San Jerónimo y San Isidoro del Campo, el

río Guadalquivir o el Cortijo de Gambogaz.

Una de las primeras referencias al Alamillo lo men-

ciona como parte de los “bienes de propios” del Con-

cejo sevillano que estaban en renta en la ciudad.

Todos los textos antiguos hacen referencia a la cali-

dad y fertilidad de sus tierras y también aguas. Valga

como anécdota, que confirma este lugar como pe-

queño paraíso, que en el siglo XV los monjes cartujos

pescaban esturiones de los que se obtenía el caviar.

Otro aspecto histórico y menos bucólico es el que

se remonta al siglo XVI, cuando Sevilla, convertida en

metrópolis, era una de las ciudades con más pobla-

ción de Europa. El Alamillo, a las afueras de la ciudad

y con una frondosa vegetación, reunía todas las ca-

racterísticas necesarias para reuniones de gente del

hampa, mendigos, aventureros, matones, pícaros y

rufianes. Incluso Cervantes, en su obra de teatro “El

Rufián”, describe una cita de pícaros en el Alamillo.

El principal uso del suelo de la zona del Alamillo, po-

co antes de comenzar las obras del 92, se centraba

en la explotación de los naranjales y de algunos culti-

vos de regadío y secano, sobre todo maíz y cereales.

Destacan eucaliptos, algunos sauces, olmos y ála-

mos, existían trepadoras, zarzas y vides asilvestradas,

y en la orilla, juncos, cañas y carrizos. Solo se mantu-

vieron algunos álamos blancos en la parte lindante al

Monasterio de la Cartuja.

El Alamillo y las tierras que lo rodean han ido cam-

biando de propietarios en numerosas ocasiones a lo

largo de la historia. En 1926, José García Rodríguez

(El Algabeño, torero nacido en La Algaba) compró un

total de 18 fincas, agrupándolas con el nombre de

Huerta y Cortijo del Alamillo.

En 1947, tras el reparto sucesorio de tierras, a An-

tonio García Carranza (1910-1995), el hijo menor del

Algabeño, le corresponde la finca del Alamillo, forma-

da por una agrupación de sitios y pagos a la que une

otras propiedades como Isla de Hierro, que había ad-

quirido anteriormente, aumentando la extensión de la

finca hasta un total de 300 hectáreas.

El Cortijo Viejo del Alamillo, actualmente desapare-

«

La mayoría de

suelo son terrenos

aluviales recientes, lo que

le confieren un carácter

franco-arcilloso-limoso

muy adecuado para la

práctica de la equitación

en general y el galope

seguro que exige el

cross country”

El antes y el ahora del Cortijo Nuevo del Alamillo.