D E L A Z U L A L AMA R I L L O
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Por Santiago Forn
Director de E
L
C
ABALLO
A
NGLO
-
ÁRABE
U
Un murmullo hizo que me girara para ver cómo el
maî-
tre
de La Brasserie du Lac estaba mostrando a contraluz
el mantel de celulosa que había cubierto nuestra mesa
aquella maravillosa tarde.
Curiosidad y perplejidad me llevaron hasta la caja re-
gistradora del restaurante, donde se había formado un
pequeño corro en torno a aquel rectángulo de papel ab-
sorbente. No tuve que preguntar, ya que pronto se dio
cuenta el responsable de que me debía una explicación,
y como Pepe Isbert, en “Bienvenido Mr. Marshall”, me la
iba a dar.
- Perdone, señor, pero cuando alguien escribe en un
papel sobre mantel suele quedar marcado lo que se ha
escrito y es posible leerlo perfectamente a contraluz,
pasando un lápiz...
- Ya, agradezco su explicación técnica de agente se-
creto al servicio del Presidente de la República, pero,
¿qué interés tiene para ustedes lo que yo haya escrito?
- En una ocasión, tras una reunión de unos señores,
descubrimos, mediante este sistema, un plan para efec-
tuar un atraco. Se lo pasamos a la policía y pudieron
evitarlo.
- Le aseguro que yo no pretendo cometer ningún ro-
bo, ni nada por el estilo.
- No, no me malinterprete. Lo siento, pero esta tarde
cuando me ha pedido el bolígrafo para escribirle una
nota a la señorita que le acompañaba, todos los que es-
tábamos sirviendo en la sala hemos sentido curiosidad
por conocer el contenido de la misma.
Pardonnez-moi
.
Dejé aquí el interrogatorio al
garçon
, zanjando el te-
ma con una sonrisa, un gesto amable y un
ne vous in-
quiétez pas
.
En ocasiones, en contadas ocasiones, existen encuen-
tros que traspasan a quienes los protagonizan. Una luz
mágica atrae al resto, y sin necesidad de que suceda
nada espectacular la atención de los anónimos que nos
rodean se va fijando en nosotros. Todos, por suerte, he-
mos vivido alguno de estos momentos de liviana embria-
guez de vanidad y placentera complicidad con quien nos
acompaña.
Llevaba casi quince años sin ver a Mlle. Tresor, y
aquella cita en Burdeos resultó tan especial como espe-
ciales fueron todas las que habíamos compartido antes.
Las señoras de mente rápida y con un toque de ironía
me parecen siempre muy interesantes, y si son de
París
ville
, entonces... entonces, irresistibles. No es fácil
mantener el ritmo y, a veces, el rito de escribir algo en
una servilleta te concede una tregua.
- Si existiera una pócima que me convirtiera en un
hombre joven, realmente atractivo e interesante, aun-
que tuviera posibilidad de usarla tan solo una vez en la
vida, la tomaría ahora mismo.
- Ya existe este elixir. Se llama vodka, y no eres tú,
sino las mujeres que van con hombres como tú las que
suelen tomarlo.
Y ahí fue cuando pedí, al camarero, el comodín del
bolígrafo.
La nota en cuestión, para decepción de los camareros
curiosos, únicamente contenía “Travesuras de la niña
mala”, título de un libro de Mario Vargas Llosa, que yo
le recomendé, igualmente, para que refrescara su es-
pañol.
Pocas horas después de este encuentro me reuní con
varios criadores de caballos franceses y un reconocido
periodista ecuestre, también galo. Todos los comenta-
rios, y no es nada nuevo, giraban en torno a los semen-
tales más interesantes. Coincidíamos en que no hay en
estos momentos un semental Anglo-árabe que destaque
claramente por encima de los demás. Me preguntaron
por los que hay en España (les prometo que me felicita-
ron, en aquel mismo instante, por la compra de “Equus
d’Olympe” por parte de AECCAá) y también en otros
países como Alemania o Estados Unidos. Pronunciábamos
los mismos nombres (yo, dos o tres veces cada uno para
que se me entendiera en francés) pero siempre acompa-
ñados de una mueca si no de desaprobación, al menos
de falta de entusiasmo. Seguía yo inmerso en el recuer-
do de la velada de ayer y dije con un toque de melan-
colía: “no se trata de que tengan muchas cualidades. Es
necesario que posean una única. Debe tener algo espe-
cial, que nos seduzca plenamente y que cuando lo veas
entren ganas de llevar una yegua a cubrir, aunque ten-
gas que alquilarla si no la tienes”.
Todos estuvieron de acuerdo.
En el pasado número de esta revista leí el artículo de
mis compañeros sobre el caballo “Carnaval”, y pensé
ojalá estuvieran hoy vivos “Daritchou”, “Conquista”,
“Carlomagno”, “Fines”... aquí, o “Inschallah”, “Pancho
II”, “Arlequin”, “Markus”, “Quatar”, “Garitchou”, “Lau-
danum”... allí.
¿Probablemente existan sementales de mejor calidad
que los mencionados y somos nosotros los que no sabe-
mos verlos con la lucidez que lo hacían los criadores de
hace veinte años?
¿Es necesario un camarero curioso para descubrirnos
que estamos viviendo un
tres bon moment
?
VISTA ATRÁS